Convento de Jizhao en la montaña de Cangshan - Entradas, horarios y principales atracciones

Convento de Jizhao (寂照庵), situado en las estribaciones meridionales del pico Shengying, en la montaña Cangshan. Scenic Area, en la ciudad de Dali, provincia de Yunnan, se puede llegar por la entrada del teleférico de Gantong tras salir del templo de Gantong. El convento emana un aura de tranquilidad en medio de una exuberante vegetación, con imponentes pinos y cipreses centenarios que envuelven el entorno, mientras el aroma del incienso recorre suavemente el bosque, creando un ambiente sereno propio de un santuario budista.

Construido originalmente a principios de la dinastía Ming, el convento de Jizhao sufrió una destrucción parcial durante los periodos de guerra. En la época republicana, fue meticulosamente restaurado bajo la supervisión de Tang Jiyao, entonces gobernador de Yunnan, quien inscribió personalmente los tres grandes caracteres "Jizhao An" (寂照庵) sobre la puerta de entrada. El nombre del convento, que significa "La reflexión tranquila ilumina", refleja la esencia espiritual de la contemplación y la introspección budistas.

La arquitectura del convento de Jizhao combina armoniosamente la solemnidad del budismo con la delicada estética asociada a la feminidad. Los edificios del convento se construyeron con piedras y maderas antiguas donadas por los aldeanos locales, mientras que la decoración interior fue meticulosamente diseñada por un artesano de Hangzhou, utilizando materiales totalmente reciclados, símbolo de una transformación gradual y consciente. El convento está adornado con una variedad de plantas suculentas, rosas, magnolias y otras flores, cuidadosamente dispuestas para transmitir un profundo simbolismo e impregnar el aire de fragancia natural.

El convento de Jizhao se adhiere a una práctica budista única en la que los devotos ofrecen flores en lugar de quemar incienso en señal de reverencia a Buda, lo que subraya la importancia de expresar la devoción mediante la sinceridad y no el ritual. Además, el convento es conocido por sus peculiares comidas vegetarianas, meticulosamente preparadas y servidas en porciones generosas, con instrucciones estrictas contra las sobras, no sea que uno incurra en el castigo de arrodillarse ante la estatua de Buda mientras dure una barrita de incienso. Esto ejemplifica el compromiso del convento de fomentar la adhesión disciplinada a las prácticas espirituales entre sus residentes y visitantes por igual.